Conducción en Estados Unidos (I)

Jaime Gomez     3 mayo 2014     16 min.
Conducción en Estados Unidos (I)

Conducir es un acto que tenemos interiorizado y que realizamos mecánicamente, por lo que llevarlo a cabo no debe presentar dificultades. Así es en la mayoría de los casos, pero si se realiza fuera de nuestro entorno natural, allí por donde circulamos normalmente y más cómodos nos sentimos, la cosa cambia. Y puede cambiar mucho […]

Conducir es un acto que tenemos interiorizado y que realizamos mecánicamente, por lo que llevarlo a cabo no debe presentar dificultades. Así es en la mayoría de los casos, pero si se realiza fuera de nuestro entorno natural, allí por donde circulamos normalmente y más cómodos nos sentimos, la cosa cambia. Y puede cambiar mucho si se trata de conducir en otros países. En esta y en una futura entrada vamos a tratar de explicar las particularidades y peculiaridades de conducir en Estados Unidos.

No es, ni de lejos, el país más difícil para conducir, pero sí es uno de los más visitados por los turistas españoles por lo que es posible que estos artículos resulten interesantes para muchos futuros visitantes del país de las largas autopistas, los grandes pick-up y todoterrenos, las hamburguesas y los moteles de carreterasí, todos los tópicos de las películas americanas son ciertos, aunque algunos, como que en Estados Unidos sólo hay vehículos grandes con enorme motores de seis y ocho cilindros, o más, están empezando a dejar de serlo, o al menos a no ser más que una parte de la realidad—.

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En general, conducir en Estados Unidos no presenta dificultad, es muy similar a hacerlo en España o en cualquier país europeo. Sin embargo, hay una serie de circunstancias que lo hacen especial. Las dos primeras, y unas de las más importantes, es que las distancias están en millas y no en kilómetros —una milla equivale a 1,6 kilómetros— y que las velocidades se expresan en millas por hora (mph), no en kilómetros por hora (km/h). A ello se suma que, a la hora de repostar, la unidad de medida es el galón, que equivale a 3,78 litros.

Todo ello supone que hay que acostumbrarse a que las distancias pasen más despacio, a que la sensación de velocidad al circular sea menor y a que las visitas a la estación de servicio para llenar el depósito requieren cierta agilidad mental con los números si se desea llevar un control de la cantidad de carburante repostado y los kilómetros realizados.

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En este sentidos, hay que ser consciente de que en Estados Unidos los vehículos expresan su consumo medio en millas por galón (mpg), es decir, informan sobre cuántas millas se pueden recorrer por cada galón de combustible. Haciendo unos sencillos cálculos es posible extrapolar esos datos a litros cada 100 kilómetros (l/100 km) para tener una referencia válida en Europa.

Si se viaja como turista, y aunque no es obligatorio, si es recomendable sacarse el Permiso Internacional de Conducción, que en España se expide en las jefaturas provinciales de tráfico. Es el complemento idóneo al carné de conducir español en caso de que la policía estadounidense nos solicite la documentación, ya que está traducido al inglés, además de al alemán, el francés, el italiano, el portugués, el árabe y el ruso. Será de gran ayuda en caso de que los agentes no sepan español y no puedan entender el carné de conducir de España. El permiso internacional es válido por un año.

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En general, el conductor americano, o al menos la media de los que yo me he ido encontrando en el camino en estos meses, es paciente, no excede los límites de velocidad, no utiliza mucho los indicadores de dirección (intermitentes) y no deja mucha distancia de seguridad. Quizá sea una generalización que puede ser rebatida por aquel que tenga más experiencia al volante en Estados Unidos, pero creo que se ajusta a la realidad que yo he vivido después de recorrer las carreteras de cuatro estados —California, Nevada, Arizona y Utah— y realizar más de 3.000 kilómetros, la mayoría en coche pero también en moto y bicicleta.

Autopistas y carreteras

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Si por algo sobresale Estados Unidos es por su extensa red de carreteras. Actualmente tiene más de 164.000 millas (262.000 kilómetros) de autopistas, llamadas ‘Highway’, para un total de más de 4 millones de millas de carreteras y calles por todo el país, casi 6,5 millones de kilómetros.

Gran parte de las autopistas tienen una anchura casi desconocida para los conductores europeos, con hasta seis, siete u ocho carriles. De hecho, en Estados Unidos está la que es hoy por hoy la autopista más ancha del mundo. Es la llamada ‘Katy Freeway’, un tramo de la ‘I-10’ (Interstate 10) que llega a alcanzar los 26 carriles a la altura de Houston (Texas). Se reparten en 12 carriles principales, 8 de acceso o salida a la autopista y 6 para vehículos de alta ocupación.

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Las autopistas norteamericanas están, por lo general, atestadas de toda clase de vehículos. No es raro que todos los carriles estén casi repletos, aunque la vía tenga más de cuatro carriles por sentido, y, en muchas ocasiones, se producen grandes atascos, especialmente en los accesos a las grandes ciudades. Es costumbre de algunos conductores situarse en los carriles de la izquierda y circular a la máxima velocidad permitida, sin que ello suponga que los que se aproximan por detrás se enfaden e intenten que se aparten, como sucede en España frecuentemente. El conductor americano está acostumbrado a esa situación: si quiere adelantar y comprueba que el de delante no se aparta, le pasa por la derecha sin mayor problema ya que esto es legal.

En muchas de las autopistas americanas, el carril izquierdo, incluso algún otro a su derecha, está reservado para vehículos de transporte colectivo (autobuses) y vehículos de alta ocupación —‘HOV’ o ‘High Occupancy Vehicles’—. En este último caso, debe estar ocupado por un mínimo de dos personas. Normalmente el tráfico es más fluido por ellos.

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En ocasiones, estos carriles también acogen a otros vehículos. Así, por ejemplo, en California, las motocicletas, los vehículos híbridos y los de bajas emisiones, que se distinguen por una pegatina que otorgan las autoridades competentes —el ‘Department of Motor Vehicles’ o departamento de vehículos a motor—, también pueden circular por estos carriles. Están señalizados con un símbolo en forma de rombo (◊) y, normalmente, también por las palabras ‘Carpool Lane’ (carril de transporte colectivo).

A la hora de circular por las autopistas de Estados Unidos, quizá el condicionante que más puede chocar al conductor europeo es la costumbre de los americanos de no ceder el paso cuando se incorporan, de forma que es casi obligatorio apartarse del carril derecho para dejar paso a los vehículos que acceden a la vía por la que uno viene circulando. Así, se debe pasar al carril izquierdo más próximo o, sino es posible, frenar. Si no se realiza esta maniobra, se continúa por el carril derecho y no se cede el paso a los conductores que entran a la autopista, la reprimenda está casi asegurada. No será al estilo español, con ráfaga de luces y toques de claxon, sino con gestos y de viva voz. Por cierto que las luces de los vehículos americanos, o al menos algunas, deslumbran más que las de los europeos.

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En California, el estado por donde más he podido conducir, es común que el carril derecho de la autopista únicamente se utilice para salir y acceder a la misma, de forma que muchas veces la densidad de tráfico en él es mucho menor que en el resto.

Las autopistas estadounidenses tienen por lo general unos límites de velocidad más bajos que las españolas, aunque en algunos estados se aproximan mucho a lo que estamos acostumbrados en Europa. Así, en la mayoría de autopistas la velocidad máxima a la que se puede circular son 65, 70 ó 75 mph —105, 113 ó 121 km/h—. Curiosamente, los estados del este del país tienen unas velocidad máximas inferiores a los del oeste. Así, mirando el mapa de Estados Unidos, de la mitad hacia la derecha el límite está en 70 mph (113 km/h) —65 mph (105 km/h) en unos pocos estados— mientras que de la mitad hacia la izquierda lo máximo permitido son 75 mph (121 km/h). La línea divisoria coincide, más o menos, con el Río Missisipi.

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Desde el verano de 2013, hay una autopista, de peaje, cuyo límite es superior: 85 mph (137 km/h). Es la I-35 (Interstate 35) entre Austin y San Antonio, en Texas. Como curiosidad, el estado con una velocidad máxima más baja en sus autopistas es el de Hawái, con 60 mph (97 km/h). Es el único de todo el país con un límite tan bajo.

Si al hablar de las carreteras de Estados Unidos la primera imagen que nos viene a la mente es la de las grandes autopistas, éstos no son las más comunes por extensión, como comentábamos anteriormente. Las vías más populares son las carreteras con un carril por sentido. En ellas los límites son muy variables. Y su estado, igual. Las hay muy bien conservadas y hay otras con el firme en pésimas condiciones. Algo similar ocurre en las autopistas. Esto, por tanto, no es algo único de España.

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En algunos casos, las carreteras de un carril por sentido pueden llegar a tener límites de velocidad muy similares o iguales a los de algunas autopistas. Una característica de las carreteras convencionales americanas, o al menos las de California, Nevada, Arizona y Utah, estados por los que he podido conducir, es que no hay muchos tramos donde poder adelantar. Esto, junto a la proliferación de las autopistas, hace que el conductor medio americano no esté acostumbrado a realizar adelantamientos. Y eso se nota porque en ocasiones no son capaces de realizarlos cuando las condiciones sí lo permiten o los llevan a cabo con poca seguridad.

A la hora de circular por las carreteras de doble sentido en Estados Unidos, así como en ciudad, hay que tener cierta precaución ante una maniobra que en España y Europa está prohibida: los cambios de sentido o giros en U. La norma estadounidense establece que, por lo general, es legal cambiar de sentido en cualquier carretera o calle del país, salvo que haya una señal que lo prohíba (‘No U-Turn’). También hay casos excepcionales como las calles con un parque de bomberos próximo, los cambios de rasante o los pasos a nivel.

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Muchas de las carreteras americanas cuentan con bandas rugosas para evitar despistes en la conducción tanto a los lados como en el centro de la vía, en las marcas viales que delimitan ambos sentidos de circulación. Como curiosidad, estas marcas viales que separan los carriles entre sí y éstos de los arcenes son generalmente de color amarillo, no blanco como en España y casi toda Europa, aunque también existen estas últimas. Las carreteras con las líneas amarillas son una de las imágenes icónicas de las carreteras estadounidenses, igual que sucede con los moteles de carretera. Y sí, esto es una realidad. Hay un sinfín de ellos apostados en los márgenes de autopistas y carreteras. Muchos son de baja calidad como muestran a veces las películas de Hollywood y otros dan un servicio con una muy buena relación calidad/precio.

La señalización de las autopistas y carreteras de Estados Unidos es, por lo general, correcta y abundante. Sin embargo, el navegador será el mejor amigo del conductor extranjero, especialmente en las grandes ciudades, algo que por otra parte sucede en la mayoría de los casos en cuanto uno abandona su ciudad o su zona habitual de circulación.

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Hay muchas señales con texto, por lo que si no se maneja el inglés uno se puede encontrar con algún que otro problema. Ejemplos de ello son las señales que indican que próximamente va a haber circulación en los dos sentidos (‘Two way traffic ahead’) o la que obliga a los vehículos lentos a circular por la derecha (‘Slower traffic keep right’). Hay numerosos ejemplos. Las señales sin texto son similares a las europeas y son fáciles de interpretar.

Ciudad

Si circular por las autopistas y carreteras americanas no presenta grandes dificultades, en líneas generales, tampoco supone un problema hacerlo en ámbitos urbanos. Aunque hay que tener presente una serie de circunstancias a las que los españoles y europeos no estamos acostumbrados. Por ejemplo, los semáforos no están ubicados antes de los cruces, sino después. Hay que detenerse en la línea blanca de la intersección y llevar la vista unos metros más allá para encontrar el semáforo que indicará cuándo pasar. Las señales sí están colocadas justo antes de las intersecciones.

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Otro de los aspectos más llamativos es que, por lo general, está permitido girar a la derecha con el semáforo en rojo, siempre que no se interfiera en la circulación de los vehículos que tienen prioridad de paso (semáforo verde). Únicamente está prohibido girar a la derecha con semáforo en rojo cuando hay una señal específica (‘No turn on red’). La ciudad de Nueva York es una excepción a esta norma ya que allí no se puede realizar esta maniobra, salvo en las intersecciones donde haya una señal específica que sí permite girar a la derecha con la luz roja del semáforo encendida.

En Estados Unidos apenas hay rotondas, tan populares en España y Europa. Los cruces de varias calles los solucionan con intersecciones con stop. Todos los vehículos tienen la obligación de detenerse y todos la cumplen. Y hacen un stop de verdad, no como muchos conductores españoles que simplemente ceden el paso. La prioridad de paso en los cruces con stop en Estados Unidos la tiene el primero que llegue a la intersección. Es una regla muy respetada y que si no se cumple conlleva una reprimenda en forma de algún improperio o gesto con la mano, pero rara vez con el uso de las luces o el claxon. En caso de que dos vehículos lleguen a la vez al cruce, la norma es como en España y Europa, hay que ceder el paso a quien circule por nuestra derecha.

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El conductor americano es muy respetuoso con la prioridad de paso, y más aún, por regla general, en el caso de peatones y ciclistas: no tienen inconveniente en pararse para dejar paso a éstos. En California hay muchas ciudades con carriles bici, sin separación física del resto de vehículo en la mayoría de las ocasiones, y los conductores están acostumbrados a la presencia de ciclistas. Son muy cuidadosos con ellos y tratan de facilitar su circulación lo máximo posible. Por el contrario, el peatón es un ente extraño en muchas ciudades de Estados Unidos. Hay pocos sitios para poder cruzar las calles y los semáforos para peatones tienen una duración excesivamente corta. Las aceras, en muchas ocasiones, son estrechas. Es un país donde el vehículo particular está por encima del resto de posibles protagonistas del tráfico.

Uno de los vehículos más respetados en las ciudades y pueblos de Estados Unidos, sino el que más, es el autobús escolar. Nunca hay que adelantarlo ni cruzarse con uno en sentido contrario si están parados bajando o subiendo niños. Si se incumplen las normas, las sanciones pueden llegar hasta los 1.000 $ (750 €) y un año sin permiso. Los vehículos de emergencia, desde policías a ambulancias y bomberos, también son respetados al máximo: los conductores se detienen y se apartan a la derecha en cuanto se percatan de su presencia, cuando circulan con las señales acústicas y luminosas conectadas.

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En muchas calles hay un carril central, destinado a giros a la izquierda y cambios de dirección. Está señalizado con una raya continua (exterior) y una raya discontinua (interior). Solo se puede circular por él durante 200 pies (61 metros). Este carril permite que los vehículos que quieran girar a la izquierda o realizar un cambio de sentido lo realicen sin entorpecer al resto del tráfico.

En las ciudades estadounidenses, el límite genérico es de 25 mph (40 km/h). Hay zonas donde la velocidad máxima permitida es inferior, como en algunas áreas residenciales donde no se puede circular a más de 15 mph (24 km/h). En general, las calles están poco iluminadas ya que no hay muchas farolas. Para compensar esta falta de luz, las líneas que separan los carriles cuentan con catadióptricos que reflejan las luces de los vehículos.

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Una de las imágenes icónicas de las ciudades americanas es aquella en la que se ve a un turismo aparcando sin realizar ni una sola maniobra, apartándose a la derecha y aproximándose a la acera. Bueno, en ocasiones se quedan más lejos que cerca. Esta forma de aparcar se puede realizar en muchas ciudades gracias a que los huecos para estacionar son muy grandes y en muchas ocasiones están libres en su mayoría.

Hay diferentes tipos de plazas de aparcamiento, que se diferencian por el color con el que está pintado el bordillo. Si éste es blanco, sólo se puede realizar una parada para cargar o descargar pasajeros o mercancías. En caso de ser verde, se puede aparcar por tiempo limitado, que viene indicado en minutos mediante caracteres de color blanco o se muestra en alguna señal próxima. Si el bordillo es amarillo, se pueden realizar labores de carga y descarga de mercancías y pasajeros pero los conductores de vehículos particulares deberán permanecer en su interior —sólo se pueden bajar los de vehículos de reparto—.

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En caso de bordillo rojo, está prohibido parar y estacionarse, y si es azul sólo pueden aparcar las personas discapacitadas. Es requisito imprescindible llevar visible un cartel o placa especial que así lo especifique. El tiempo del estacionamiento es ilimitado. Si el bordillo no está pintado de ningún color, se puede aparcar sin ningún tipo de límite, salvo el horario en caso de que haya parquímetros. Éstos, en muchas ciudades, son muy caros. Como curiosidad, en San Francisco, donde hay muchas cuestas, casi todos los vehículos están estacionados con las ruedas hacia la acera para evitar que se desplacen calle abajo.

Todo esto son solo unas pinceladas de las curiosidades de la conducción en Estados Unidos. En una próxima entrada abordaremos otras como el variopinto parque automovilístico, las sanciones de tráfico, los carburantes y otros detalles de la realidad del mundo del automóvil al otro lado del Atlántico.

Fotos | Jaime Arruz

2 comentarios

  1. Caridad dice:

    Muchas gracias. Excelente artículo y muy práctico. Sólo quiero puntualizar que según el Artículo 73.1 del Reglamento General de la Circulación español https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2003-23514 se deben facilitar las incorporaciones de otros vehículos a la vía de circulación.

    A mí personalmente me exaspera que muchos conductores no sepan utilizar los carriles de aceleración y se paren porque hay un ceda el paso, y así, cuando después se incorporan sí que entorpecen el tráfico al entrar tan despacio. http://www.motor.mapfre.es/consejos-practicos/seguridad-vial/4496/mejorar-la-seguridad-vial-en-incorporaciones-a-autopista-y-autovia

    Así que me parece muy bien que el que viene por la vía rápida si puede se mueva a otro carril o disminuya la velocidad para facilitarte la incorporación. Y según observo diariamente en España ya muchos conductores lo hacen.

    Y ¡qué maravilla que en USA se tomen tan en serio no bloquear los cruces!, eso sí que en nuestro país es una práctica lamentable, total para avanzar 2 metros.

  2. John Rincon dice:

    Brillante tu articulo. Un dossier muy completo. Te felicito! Yo vivo en Canada pero voy a USA varias veces al mes y conduzco mucho por sus carreteras, autopistas, y ciudades, asi que doy fe de ello. Practicamente todo lo que cuentas es cierto, he conducido por todos los estados del oeste y tengo interiorizada ya la forma de conducir de los Americanos, que francamente prefiero a la Europea.
    Muchas gracias por compartir esta informacion y las fotos.

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