Conducción en Estados Unidos (II)

Jaime Gomez     18 mayo 2014     10 min.
Conducción en Estados Unidos (II)

Tras una primera entrada en la que realizamos un repaso general a las peculiaridades de conducir en Estados Unidos, centrándonos en las autopistas y carreteras, así como el tráfico urbano, pasamos a analizar otros detalles. Comenzaremos por algunas de las particularidades del mercado americano. Si por algo sobresale Estados Unidos es por el gran parque […]

Tras una primera entrada en la que realizamos un repaso general a las peculiaridades de conducir en Estados Unidos, centrándonos en las autopistas y carreteras, así como el tráfico urbano, pasamos a analizar otros detalles. Comenzaremos por algunas de las particularidades del mercado americano.

Si por algo sobresale Estados Unidos es por el gran parque automovilístico que tiene, con infinidad de vehículos y modelos. En sus carreteras y calles se pueden ver desde enormes camiones hasta todo tipo de pick-up y todoterrenos, pasando por turismos de toda clase, algunas motocicletas —pocas, pero entre ellas abundan las Harley-Davidson—, furgonetas de todos los tamaños y autocaravanas, algunas de grandes dimensiones que, en ocasiones, arrastrando normalmente un turismo pero también un todoterreno.

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Aunque sigue habiendo una gran cantidad de pick-up y todoterrenos, cada vez ganan más presencia los turismos de tamaño medio, tipo Ford Focus o Volkswagen Golf (muy popular), incluso los más pequeños, como el Ford Fiesta o el Chevrolet Sonic —Chevrolet Aveo en Europa—. El Fiat 500 está teniendo mucho éxito desde que desembarcó en Estados Unidos a finales de 2010.

El mercado estadounidense está formado por algunos modelos comunes con Europa y muchos otros que solo se pueden ver allí, o en otras zonas del mundo lejos del viejo continente. Los tres grandes fabricantes estadounidenses —General Motors, Ford y Chrysler— no venden algunas de sus marcas en el mercado europeo. Es el caso de Buick, GMC, Pontiac y Saturn (General Motors), Lincoln (Ford) y RAM Trucks (Chrysler). Algunas marcas japonesas también llevan a cabo una política similar, como es el caso de Honda con Acura y Toyota con Scion, ambas de modelos deportivos.

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Otra marca americana que ya no está disponible en Europa pero que en Estados Unidos tiene muy buena aceptación es Dodge, especialmente por sus pick-up y sus berlinas de aspecto 100% yankee, como el Charger o el Avenger, además de su deportivo Challenger, gran rival del Ford Mustang y el Chevrolet Camaro. Una marca que sí está disponible en Europa, bajo pedido desde Holanda, pero que ha pasado a la historia gracias a la saga cinematográfica ‘Regreso al Futuro’ es DeLorean, que tras unos ha vuelto a producir su mítico modelo de puertas tipo ‘alas de gaviota’.

Llama la atención el amplio parque de vehículos híbridos, al menos en California, que si de algo presume es de ser el estado más respetuoso con el medio ambiente de Estados Unidos. Los híbridos son numerosos tanto por volumen como por oferta de modelos, mayor que en Europa. Por ejemplo, Chevrolet, Ford, Hyundai o Toyota, entre otras, comercializan modelos híbridos que, de momento al menos, no están a la venta en el viejo continente.

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Aunque poco a poco el mercado estadounidense se va haciendo más heterogéneo, los datos de ventas del último año volvieron a situar como el modelo más popular al Ford F, una pick-up de grandes dimensiones. Es una de las tres pick-up del listado de los diez más vendidos, junto a la Chevrolet Silverado (2º) y todas las versiones de RAM (7º). La lista la completaron cinco berlinas japonesas —Toyota Camry (3º), Honda Accord (4º), Honda Civic (5º), Nissan Altima (6º) y Toyota Corolla (8º)— y dos todoterrenos medios —Honda CR-V (9º) y Ford Escape (10º)—. Estos dos últimos modelos se venden en Europa, el Escape bajo la denominación Kuga. Se da la circunstancia de que tanto el Honda Accord como el Honda Civic para Estados Unidos no son iguales que los modelos europeos, aunque coincida su denominación.

Otra cosa que llama la atención sobre el parque automovilístico estadounidense es la profusión de modelos antiguos, muchos de ellos bien conservados. No es raro encontrarse con modelos de los años 50, 60 y 70. Para el aficionado a este mundillo, es toda una fiesta para los sentidos, especialmente para la vista y, en muchas ocasiones, para el oído —qué bien suenan esos motores de seis y ocho cilindros!—.

Radares y sanciones

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Tras unas pinceladas de cómo es el mercado, proseguimos con otras peculiaridades del mundo del automóvil estadounidense. Al conductor europeo no dejará de sorprenderle la profusión de señales de aviso de velocidad controlada por radar. En muchas ocasiones incluso por aeroplano (‘Speed limit enforced by aircraft’). Sin embargo, es muy difícil encontrarse con un radar fijo. De hecho, en los últimos años están desapareciendo de carreteras y ciudades los que existían.

Así, únicamente están quedando los radares móviles, normalmente pistolas láser que controlan los agentes de tráfico, un cuerpo denominado ‘Highway Patrol’, ‘State Patrol’ o ‘State Police’, en función del estado. Sí hay numerosas cámaras de semáforos en las ciudades, que detectan cuando se rebasan en rojo y sancionan automáticamente mediante lectores de matrículas.

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Una característica de las leyes de tráfico en Estados Unidos es que las sanciones por incumplir las normas pueden ser muy elevadas, más que por exceso de velocidad —el coste medio es de 150$, unos 110 €— por otras cosas como arrojar basura desde el coche o saltarse un semáforo. En algunos casos superan los 300 $ (225 €), incluso los 600 ó 1.000 $ —450 y 750 €, respectivamente—. Una de las infracciones más perseguidas es el bloquear las intersecciones. Por eso prácticamente todos los conductores sólo avanzan cuando comprueban que no se van a quedar parados en mitad de un cruce aunque tengan prioridad de paso o el semáforo verde.

La presencia de los agentes de policía en las autopistas norteamericanas es mayor que la de los miembros de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, o al menos esa sensación da cuando uno viaja. Esto hace que muchos conductores circulen muy pendientes de los lados de la carretera. Y no es extraño ver un coche policial y un agente —normalmente patrullan en solitario— que ha dado el alto a otro vehículo.

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En caso de que un policía nos solicite que nos paremos, hay que seguir una serie de pautas para que la situación se solvente sin problemas. El primer paso es apartarse hacia el lado derecho de la carretera, en dirección al arcén, tan pronto como sea posible y con seguridad para después conectar las luces de emergencia y esperar a que el agente acuda al vehículo. Normalmente, tras comprobar que toda la documentación está en regla, nos dejará marchar sin problemas.

Carburante y repostajes

Otra de las grandes peculiaridades para los europeos que se ponen al volante de cualquier vehículo en Estados Unidos es todo lo relacionado con el carburante y los repostajes. La unidad de medida es el galón, que equivale a 3,78 litros. No solo se emplea en Estados Unidos sino también en algunos países latinoamericanos. Así, en las gasolineras americanas el precio de los carburantes figura en dólares por galón. Actualmente, la gasolina, disponible en tres octanajes distintos (87, 89 y 93), fluctúa entre los 3,50 y los 4,00 dólares por galón de media, lo que significa que está entre 0,75 y 0,85 euros el litro, mucho más asequible que en España.

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El diésel es algo más caro, pero ni mucho menos llega a los precios españoles. En muchas estaciones de servicio no hay gasóleo porque el parque de vehículos que funcionan con gasóleo es todavía muy pequeño. Una característica de las estaciones de servicio estadounidenses es que, gracias al libre comercio, los precios varían mucho de una a otra, incluso dentro del mismo pueblo o ciudad.

Prácticamente todas las gasolineras admiten pago con tarjeta, pero en algunas no se puede abonar el combustible con tarjeta de crédito. En ocasiones, las de débito extranjeras son reconocidas por los sistemas de pago TPV como crédito, lo que imposibilita el pago. Por ello es aconsejable disponer de dinero en efectivo. Además, en algunas gasolineras se obtienen unos centavos de descuento pagando así y no con tarjeta.

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Normalmente el repostaje es de tipo prepago: primero se abona la cantidad deseada, en caja o en las máquinas de auto-repostaje, y luego se rellena el depósito. Si se desea llenar el tanque, hay que hacer un cálculo de cuánto va a entrar, pagar y poner el carburante. Lo que sobre te lo devuelven a la tarjeta de crédito o en efectivo, en función del modo de pago elegido. No funciona el sistema de dejar un documento al responsable de la estación de servicio como en España, repostar y luego abonar la cantidad que indica el surtidor.

A la hora de viajar, hay que ser previsor en las zonas menos pobladas. Por ejemplo, si se opta por viajar a zonas desérticas, la masificación de estaciones de servicio que se da en casi toda la red viaria estadounidense ya no es tal y hay que repostar siempre que se pueda, para evitar problemas. A veces los propietarios de las estaciones de servicio que saben que la suya es la única, o de las pocas, en muchos kilómetros a la redonda suben los precios notablemente. Por ejemplo, en las escasas estaciones de servicio dentro del Parque Nacional de Yosemite o en el tramo más despoblado de la Highway 15 que une Los Ángeles con Las Vegas, los precios de los combustibles son notablemente más altos.

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A la hora de repostar, se agradece que prácticamente todas las mangueras tengan el sistema de ‘click’ que fija el mecanismo que permite que el combustible salga del surtidor, algo que normalmente en España no existe o no funciona. La parte final de la manguera tiene un fuelle de plástico para hacer vacío con la boca del depósito de combustible y evitar que ésta se salga.

Otras curiosidades

Finalizamos este especial sobre la conducción en Estados Unidos con una serie de pequeños detalles que, al menos a mí, me han llamado la atención en este tiempo viviendo y conduciendo por sus carreteras. Son cosas como que en algunos estados está prohibido fumar en el interior de un vehículo si se viaja con niños menores de cierta edad, generalmente 18 años, aunque sean sus padres los que los lleven, que es posible viajar en moto sin casco, también en ciertos estados, o que no se puede transportar en ningún vehículo bebidas alcohólicas salvo que el envase esté lleno, sellado y sin abrir. Por cierto, que los límites de grado de alcohol de los conductores son menores que en España

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También es llamativo ver a adolescentes de 16 años conduciendo, edad legal para hacerlo en Estados Unidos, sobre todo en el caso de los que tienen más cara de niños, o que algunos vehículos del servicio postal — ‘United States Postal Service’ (USPS)— tienen volante a la derecha. Otro de los mitos cinematográficos que se cumple es el del reparto de pizzas a domicilio en coche, no en moto como estamos acostumbrados en España.

Igualmente curioso, aunque menos en este mundo en el que internet y el cine nos acerca a realidades muy distantes, es que el modelo de servicio en ventanilla de los restaurantes de comida rápida (‘fast food’) para para atender a los clientes sin que éstos se bajen del coche se ha extendido a otros establecimientos, no solo de comida, como es el caso, por ejemplo, de los bancos. Es posible llegar al cajero y realizar cualquier operación directamente desde el coche. Coche que, generalmente, avisa mediante un sonoro pitido de que ha quedado cerrado. En Europa no estamos acostumbrados a que, al pulsar el mando a distancia para accionar las cerraduras del coche, éste haga sonar el claxon. Es una forma de comprobar que el coche queda cerrado. Y sí, al principio choca y, en ocasiones, asusta ligeramente.

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Tras esta experiencia en Estados Unidos, una cosa tengo clara: el amante de los coches dispone de mil y una razones para tener bien despiertos los cinco sentidos y disfrutar. Allí, todo lo relacionado con la conducción es toda una sensación, casi siempre muy gratificante.

Fotos | Jaime Arruz

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