Peugeot 308 1.2 Puretech 130 Allure, prueba y opinión

Daniel Valdivielso    @valdi92    17 agosto 2015     11 min.
Peugeot 308 1.2 Puretech 130 Allure, prueba y opinión

En nuestra habitual sección de pruebas, esta semana os traemos uno de los modelos más populares del mercado español. Se trata del Peugeot 308 con motorización 1.2 Puretech 130, que en la actual generación ha dado un gran salto de calidad tanto en imagen como en calidad.


En nuestra habitual sección de pruebas, esta semana os traemos uno de los modelos más populares del mercado español.

Se trata del Peugeot 308, que en la actual generación ha dado un gran salto de calidad tanto en imagen como en calidad.

Diseño exterior

Nuestra unidad monta un propulsor de gasolina 1.2 PureTech del que daremos buena cuenta más adelante. Ahora, es el momento de centrarse en el diseño del nuevo 308. Pese a que nosotros ya hemos tenido la oportunidad de probarlo en su versión básica 1.2 PureTech de 82 CV, esta unidad monta el acabado más alto, denominado Allure.

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Se distingue exteriormente de los más básicos gracias a elementos como las llantas de aleación de 17 pulgadas en acabado bitono, así como unos faros delanteros con tecnología Full LED que integran la banda de luz diurna, algo que lo diferencia de las versiones básicas, que las montan en la parte inferior del paragolpes.

Los elementos cromados se pueden encontrar en las lamas de la parrilla, así como en la parte inferior del paragolpes, en el lugar de las luces intermitentes. Los focos antiniebla también están ubicados en abajo, en los extremos del frontal, lo que le otorga una agradable sensación de anchura.

El lateral del 308 ha cambiado también sustancialmente respecto a su antecesor. Ahora es mucho más compacto, sin grandes ascensiones en sus líneas. Las llantas de aleación, como hemos comentado, son de 17 pulgadas, aunque pueden montarse de 18″, de forma opcional.

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En la parte trasera encontramos trazos más rectos, más cuadrados. Sin duda, la diferencia es notable. Hemos pasado de unas líneas más propias de un monovolumen compacto a un hatchback con todas las de la ley. Los pilotos traseros cuentan además con tecnología LED para las luces de posición.

La luna trasera es relativamente pequeña, algo que se hace palpable a la hora de mirar por el retrovisor interior. El limpiaparabrisas es demasiado pequeño, no limpia con suficiencia. El 308 desprende, en líneas generales, una agradable sensación de calidad que le hace ganar enteros respecto a las generaciones precedentes.

Diseño interior

Hora de pasar al interior. Nada más abrir la puerta ya nos damos cuenta de que Peugeot se ha esforzado por ofrecer un gran salto de calidad respecto a modelos precedentes. En efecto, ya sólo el hecho de abrir la puerta -y cerrarla- nos da pistas sobre su calidad de construcción.

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El salpicadero se ha construido basándose en el concepto del i-cockpit, un lenguaje de diseño por el que Peugeot ha decidido apostar en multitud de modelos, como el 208 o el 2008. El aspecto más llamativo y diferenciado del habitáculo del 308 es la posición de conducción. El volante, de pequeño tamaño, se sitúa más bajo de lo normal. Por contra, la instrumentación -muy llamativa con las grandes agujas moviéndose una contra otra- encontramos colocada en una posición sobreelevada.

Personalmente yo no era partidario de esta idea, al menos sobre el papel. Sin embargo, nada como pasar una semana a bordo del 308 para poder confirmar que los chicos de Peugeot han hecho un trabajo excelente. Es lógico que en primera instancia cueste hacerse a una posición diferente a lo que estamos acostumbrados, pero con el transcurso de las horas -y los kilómetros- cada vez te sientes más y más cómodo.

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El diseño global del habitáculo tiende al minimalismo y a la limpieza de líneas. Un sólo bloque forma todo el salpicadero, lo que aumenta la sensación de calidad. Prácticamente todos los botones que poblaban la antigua consola del 308 han desaparecido, ya que ahora controlaremos casi todos los sistemas del vehículo a través de la pantalla táctil situada entre los aireadores centrales.

El túnel central, con una gran moldura de plástico negro brillante, está ocupado sólo por cuatro elementos, la palanca de cambios, el botón de arranque -opcional-, el botón Sport -también opcional- y el tirador que activa el freno de mano eléctrico. Contamos también con un apoyabrazos reclinable y deslizante.

Los materiales de construcción son, sin duda, otro de los elementos clave de esta generación del 308. El salto de calidad es enorme, allá donde miremos encontraremos una gran diferencia con su antecesor. Todo el salpicadero está forrado en plástico blando, así como la parte superior de las cuatro puertas. Los asientos, con formas deportivas, tienen un mullido tirando a duro que refuerza la sensación de solidez.

La robustez del 308 se hace patente en detalles como el sonido de las puertas al cerrar, el ajuste entre piezas o la utilización de materiales agradables al tacto en lugares donde casi nunca pondremos la mano. Sin embargo, continúa mostrando ciertos fallos que empañan algo el resultado final. Por ejemplo, cuando elevamos ligeramente el reposabrazos, queda al descubierto una horrorosa estructura metálica. Otro fallo que ralla lo absurdo es la utilización de bombillas incandescentes para la iluminación de los huecos de los pies, mientras que en los plafones superiores se opta por la tecnología LED.

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La habitabilidad del 308 no es el fuerte del modelo. Si bien en las plazas delanteras contaremos con espacio más que suficiente en cualquier cota, en la fila trasera las cosas ya no brillan tanto. El espacio para las piernas es demasiado justo, mientras que el hueco para la cabeza es sólo suficiente. El maletero, por contra, es de los más capaces del segmento con una capacidad de 398 litros. Por supuesto, los respaldos de los asientos traseros se reclinan para mejorar aún más la practicidad del compacto francés.


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