Prueba Toyota GT86 2016, el bisturí japonés

Daniel Valdivielso    @valdi92    29 marzo 2016     11 min.
Prueba Toyota GT86 2016, el bisturí japonés

Hay veces que, por suerte o por desgracia, el coche que te toca probar durante la semana no es, cuanto menos, convencional. Es el caso del que nos ocupa esta vez, un pequeño deportivo japonés tan alabado como criticado, lanzado en 2012. Hablamos del Toyota GT86.

Hay veces que, por suerte o por desgracia, el coche que te toca probar durante la semana no es, cuanto menos, convencional.

Es el caso del que nos ocupa esta vez, un pequeño deportivo japonés tan alabado como criticado, lanzado en 2012. Hablamos del Toyota GT86.

La historia de este pequeño deportivo de tracción trasera y motor delantero arranca en el año 2009, cuando Toyota presentó en el Salón de Tokio su prototipo FT-86, anticipando de forma primaria la idea de un vehículo de altas prestaciones y características deportivas. En 2011 se presentó el FT-86 II, una variante más evolucionado con formas más similares al modelo final.

En 2012 el GT86 vio la luz de forma definitiva. Como ya todos sabemos, el GT86 ha sido desarrollado desde el primer momento en colaboración con Subaru, que tiene su propio modelo, prácticamente idéntico, denominado BRZ. Cuatro años después, el GT86 mantiene inalterado su aspecto, aunque hace apenas una semana se ha presentado un pequeño restyling que refresca su imagen, que tardará unos meses en llegar a nuestro país.

Diseño exterior

Las líneas de la carrocería del GT86 no dejan lugar a duda. Se trata de un vehículo diseñado desde cero para ser -y parecer- un deportivo. Hacía muchos años que la marca no contaba con algún producto similar, siendo lo más parecido la última generación del Celica, vendida hasta el año 2006.

Comenzando el repaso por el frontal, el GT86 ofrece una estampa claramente deportiva gracias a unos grupos ópticos alargados, de tamaño medio. No hay parrilla, como en otros modelos de la marca japonesa. Sólo en el paragolpes encontramos una generosa entrada de aire central, acompañada por sendas molduras en los extremos laterales que, además, acogen las luces intermitentes y los antinieblas.

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El diseño del GT86 está claramente enfocado a ser y parecer un deportivo

El frontal es muy bajo y muy largo, con un capó modelado y unas aletas con una especie de «joroba» en la parte del paso de rueda, que le dotan de una apariencia muy deportiva, incluso desde el puesto de conducción, que nos deja intuir sus formas. Justo al lado de la puerta encontramos además una pequeña moldura de dos pistones enfrentados, con el número «86» en el medio.

Si fijamos la vista en el lateral del vehículo, nos encontramos con unos trazos suaves, agradables a la vista. La caída del techo es pronunciada a partir de la puerta, dotando al GT86 de una apariencia muy baja. La superficie acristalada no es muy grande, aunque sí es suficiente para asegurar una buena visibilidad, sobre todo a través del retrovisor central.

Las llantas, de 17″ y diseño multirradio en doble tonalidad, rellenan con suficiencia los pasos de rueda. Son las únicas disponibles y concuerdan a la perfección con la actitud del coche, aunque en determinadas ocasiones da la sensación de que una suspensión un par de centímetros más baja le sentaría aún mejor.

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En la parte trasera, la rotundidad es la nota dominante. Los faros, con fondo transparente, cuentan con tecnología LED para las luces de freno y de cruce, siendo el resto iluminación mediante bombillas halógenas. Los cuartos traseros están muy bien estructurados, dando como resultado una apariencia muy lograda de deportividad gracias a la acertada combinación de elementos como el alerón sobre la tapa del maletero, el marcado difusor con iluminación central o la doble salida de escape con tubos de 86 mm.

Diseño interior

Una vez abrimos la puerta -sin marco para la ventanilla- tenemos acceso a un habitáculo en en el que la máxima prioridad es la conducción, el disfrute al volante y las sensaciones que se transmiten al conductor. Se puede hablar de un habitáculo «muy japo», lleno de detalles que nos ponen sobre la pista de su carácter deportivo y juguetón.

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Para empezar, unos asientos delanteros muy bien diseñados, que agarran el cuerpo firmemente manteniendo un nivel de comodidad muy alto. De serie van tapizados en tela, aunque en la unidad de las fotografías contaban con el extra de la tapicería mixta de cuero y alcántara, además, de calefacción. Sus posibilidades de ajuste no son muchas -no cuentan con regulación lumbar siquiera-, pero es fácil encontrar una buena postura de conducción, gracias también a un volante que se regula tanto en altura como en profundidad.

El diseño del salpicadero no es rompedor ni vanguardista, ni está construido con materiales excesivamente caros. Las líneas rectas y funcionales del habitáculo no dejan apenas lugar para molduras y concesiones a la estética más allá de una serie de piezas de plástico con una dudosa terminación en algo que pretende imitar a la fibra de carbono.

Pese a que la mayoría de los materiales son duros -a excepción de la parte superior del salpicadero- el tacto no es malo, y las piezas están muy bien ensambladas entre sí. Existen ciertas licencias a la comodidad estratégicamente colocadas, como unas piezas acolchadas en los laterales de la consola central y en la parte superior de las puertas.

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El habitáculo transmite solidez, ofreciendo lo necesario para disfrutar al volante

La instrumentación, de pequeño tamaño, delata la importancia de la conducción, dotando de buena parte del protagonismo al cuentarrevoluciones. No faltan tampoco un tacómetro y dos agujas para el nivel de combustible y temperatura del refrigerante. Un escueto ordenador de abordo nos informa apenas de la temperatura exterior, el consumo medio y el consumo instantáneo. Para qué más.

Todos los elementos implicados en el propio acto de conducir han sido cuidadosamente estudiados y diseñados para ofrecer un tacto y una respuesta sin igual. Desde el volante, con un diámetro tirando a escaso, sin ningún tipo de botón pero con un grosor perfecto, hasta la palanca de cambios, con recorridos duros y cortos. Los pedales también están perfectamente colocados, facilitando enormemente la tarea al conductor a la hora de realizar maniobras como el punta tacón.

El espacio en el habitáculo no es precisamente el punto fuerte del GT86, aunque tampoco lo pretende. El GT86 es un pequeño 2+2, no un cuatro plazas. En la parte delantera tanto conductor como copiloto disfrutarán de un espacio más que suficiente tanto a lo ancho como a lo alto, también longitudinalmente. Sin embargo, en las plazas traseras la cosa cambia. El espacio para las piernas es casi inexistente, y a no ser que los asientos delanteros estén muy adelantados, los ocupantes de las plazas traseras no irán cómodos. El espacio para la cabeza es justo, aunque si eres bajito podrás disfrutar de la luminosidad de la luna trasera.

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El maletero cuenta con una boca de carga relativamente pequeña, ocultando tras de sí un espacio de 243 litros, suficientes para una escapada de fin de semana de dos personas. De todas formas, se puede contar con la segunda fila de asientos como un espacio adicional de carga…

Dinámica de conducción

El Toyota GT86 monta un propulsor de dos litros y cuatro cilindros, inyección directa e indirecta y aspiración atmosférica, desarrollado en colaboración con Subaru. Ofrece la suficiente cifra de 200 CV a 7.000 rpm, con un par máximo de 205 NM a 6.400 rpm. Como curiosidad, destacar que la medida de los cilindros es de 86 x 86 mm. Es lo que se denomina como «motor cuadrado».

Se asocia a una transmisión manual de 6 velocidades -en opción existe una caja automática con idéntico número de relaciones- con un tacto muy deportivo, que invita a utilizarla incluso cuando no es estrictamente necesario, algo que reconozco que me ha pasado en más de una ocasión con este coche. Sus recorridos son cortos y precisos, casando muy bien con el coche.

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La caja de cambios es uno de los puntos clave del coche, con un tacto sensacional

Las cifras de rendimiento reflejan una aceleración de 0 a 100 km/h en 7.6 segundos, con una velocidad punta de 226 km/h. Los consumos homologados hablan de una cifra mixta de 7.8 litros cada 100 km.

Para arrancar el coche, en el caso del GT86 no hay más que llevar encima la llave y pulsar el botón de arranque situado bajo los mandos del climatizador. El coche cobra vida con un sonido que, si bien no es demasiado deportivo, sí deja entrever con su «gordura» que no se trata de un turbodiésel de 100 CV.

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A bajas velocidades, en territorio urbano y callejeando, el GT86 no se siente muy incómodo. Se puede conducir sin problema por la ciudad, siendo suficientemente cómodo para una utilización diaria sin mucha complicación. Evidentemente no se siente tan cómodo como un Aygo, ya que su visibilidad es peor y su radio de giro más abierto, pero no supone un gran impedimento.

Este Toyota basa su conducción no en el rendimiento más puro -que también, un coche que acelera hasta 100 km/h en 7.6 segundos no se puede considerar lento-, sino en las sensaciones. Es, posiblemente, el vehículo a la venta actualmente que más sensaciones proporciona por menos dinero.

En tu carretera secundaria o de montaña favorita este coche se siente como pez en el agua. Todos los componentes del vehículo se comportan de forma perfecta para formar un conjunto único que involucra con total nitidez al conductor. El comportamiento del propulsor está claramente enfocado a girar a altas revoluciones, donde más a gusto se siente. De hecho, se percibe un claro tirón a partir de las 5.000 rpm hasta llegar al régimen máximo de giro, que se alcanza en las 7.400 rpm, cuando además el motor nos regala un gran sonido, puramente bóxer, con toques metálicos muy bien estudiados. Es uno de esos coches que suena a motor, no a escape.

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Es el vehículo a la venta actualmente que más sensaciones proporciona por menos dinero

Las inserciones de los cambios son muy rápidos, sin error posible. El tacto de los pedales es muy preciso, sobre todo el del freno, que permite dosificar las detenciones con gran exactitud, algo que se agradece en conducción deportiva. El GT86 monta discos ventilados de 294 mm en el eje delantero y de 290 mm en el trasero. En ambos ejes son pinzas flotantes, aunque delante son de doble pistón.

El equipo de suspensiones se compone de un sistema McPherson en el eje delantero y de paralelogramo deformable en el eje trasero. La suspensión es dura, aunque no es seca. Los resultados de esta excelente puesta a punto son evidentes, ya que se puede rodar muy rápido sin prácticamente ningún balanceo, pero sin que los ocupantes sufran violentas sacudidas.

El GT86 pesa, en su versión manual, 1314 kilogramos, distribuidos de forma que el 53% recae sobre el eje delantero y el 47% sobre el trasero. Además, en el eje trasero incorpora un diferencial de deslizamiento limitado de tipo Torsen con el que se reparte de forma equilibrada la fuerza entre las ruedas.

Es un coche con una trasera muy viva, que igual nos permite trazar de forma muy precisa que descolocar la trasera con mucha seguridad. La monta de neumáticos (215/45/R17 modelo Michelin Primacy HP) no es la mejor de cara al rendimiento, aunque sí ofrece mucha diversión, ya que el culo avisa con total claridad de su límite de adherencia, y en el caso de sobrepasarlo, es muy fácil recuperar la trayectoria correcta.

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A título personal, creo que, a día de hoy, no existe un coche a la venta que transmita tal cantidad de sensaciones por aproximadamente 30.000€. El GT86 nos devuelve a una época por desgracia ya pasada, en la que no hacían falta 500 CV para divertirse como un enano, y un pequeño deportivo se convertía en una joya capaz de ofrecer sensaciones casi sin filtrar que el conductor podía interpretar con total claridad.

¿Cuánto cuesta la unidad que ves?

El Toyota GT86 llega a nuestro país muy equipado, sin prácticamente posibilidad de equipar ningún tipo de extra. De serie, cualquier GT86 que se venda en nuestro país monta elementos como el equipo de sonido con 6 altavoces, la toma USB, 7 airbags, ESP con tres modos de funcionamiento, control de crucero, faros de bixenón con encendido automático, diferencial trasero de deslizamiento limitado, climatizador bizona, pintura sólida Rojo Kyuzo, retrovisores con plegado eléctrico o sistema de entrada y arranque sin llave, entre otros con un precio de salida de 32.300€.

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La unidad que ves en las fotografías sólo cuenta con dos extras añadidos, el navegador Toyota Touch & GO (800€) y la tapicería mixta de piel y alcántara con calefacción para los asientos delanteros (1.500€). En total, esta unidad tiene un precio de 34.600€, promociones e impuestos vigentes incluidos.

Fotografía | Daniel Valdivielso


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