Volkswagen Beetle Cabrio 2.0 TDI, prueba y opinión

Daniel Valdivielso    @valdi92    5 noviembre 2015     9 min.
Volkswagen Beetle Cabrio 2.0 TDI, prueba y opinión

El verano ha terminado, pero somos muchos los que nos resistimos a aceptarlo. Un descapotable suele ser una buena baza, ¿verdad? En nuestra sección de pruebas esta semana os traemos uno de los cabrios más atractivos y singulares del mercado actual, el VW Beatle Cabrio en su variante diésel 2.0 TDI de 110 CV.

Hora de ponerse a los mandos del descapotable alemán. Nuestra unidad monta un propulsor diésel 2.0 TDI de cuatro cilindros en línea colocado en posición transversal. Ofrece 110 CV y 250 NM, y está asociado a una transmisión manual de 5 velocidades. Este motor viene a sustituir, a partir de los modelos MY2016 (como este que veis en las imágenes) al anterior 1.6 TDI de 105 CV. Mejora en todo a su antecesor, es un propulsor más lleno, con menor nivel de sonoridad y aún más refinado si cabe, todo un piropo si tenemos en cuenta que el anterior 1.6 TDI ya destacaba en ese aspecto.

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Homologa unas prestaciones que, si bien no son brillantes (11.7 segundos de 0 a 100 km/h y 180 km/h de velocidad punta) son suficientes para moverse con normalidad. El Beetle es, de facto, un coche pesado –1.5 toneladas de «metal alemán»-, característica que no ayuda a la hora de batirse contra el crono.

La transmisión es una de las clásicas de VW. Hablamos de una caja manual de 5 relaciones, bien escalonadas, que permiten extraer de forma fácil el potencial del grupo motopropulsor. Con unas relaciones tirando a largas, el motor se encuentra cómodo cuando rodamos por autopistas a velocidades legales, aunque en ciudad en alguna ocasión sientes como te encuentras «en tierra de nadie» ya que una marcha se queda corta, pero la siguiente es demasiado larga.

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De cualquier manera, la dinámica del Beetle no es extremadamente brillante. El actual Beetle utiliza la plataforma del Golf VI -a su vez basada en la del Golf V-, por lo que no usa la base modular MQB de los actuales compactos del consorcio alemán. En la parte delantera encontramos un esquema McPherson, mientras que en el eje trasero disponemos de un sistema multibrazo. La amortiguación es algo blanda, necesaria para no transmitir en exceso las irregularidades a un chasis menos rígido que el de un modelo con techo cerrado, lo que unido a un perfil generoso de los neumáticos (215/55/R17) nos hace sentir algún que otro «bamboleo» o «flaneo» cuando apretamos el ritmo ligeramente. Está claro que este Beetle no está hecho para correr. El equipo de frenos (discos ventilados delante y discos macizos detrás) cumple con su cometido, sin más.

La dirección de asistencia electrohidráulica, es blanda a la hora de maniobrar o moverse a baja velocidad. Su asistencia es variable respecto a la velocidad del vehículo, y pese a tener un tacto agradable en cualquier situación, no es nada comunicativa, característica también atribuible a los antes mencionados grandes neumáticos. La caja de cambios ofrece unas inserciones suaves y precisas, con un tacto típicamente VW.

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Los consumos homologados del Beetle Cabrio con este propulsor nos hablan de 4.9 litros en ciclo urbano, 3.9 litros en extraurbano, y 4.3 litros cada 100 km en ciclo mixto. Como todos sabemos, estas cifras no son reales, y son prácticamente imposibles de reproducir. No obstante, el Beetle nos ha recompensado con un consumo medio en los 1000 km de prueba de 5.7 litros/100 km, rozando los 1000 km de autonomía gracias a su depósito de 55 litros. Incluye, por supuesto, el sistema Start&Stop de buen funcionamiento. Es rápido a la hora del arranque y más rápido aún a la hora de la parada, operación que el sistema realiza incluso a baja velocidad, ya que a partir de 5 km/h si se dan las condiciones, el Start&Stop detendrá el motor.


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