El sublime habitáculo del Lynk & Co Zero se muestra por primera vez

Miguel Lorente     18 enero 2021     4 min.
El sublime habitáculo del Lynk & Co Zero se muestra por primera vez

El prototipo Lynk & Co Zero nos deja adentrarnos en su tecnológico, lujoso y espectacular interior. Un avance que bien quisiéramos en el vehículo de producción

De forma incipiente y ubérrimo, la creación, aparición, expansión o arribo de marcas chinas en o a o para Europa nos obliga a recoger más y más exóticas propuestas. 2020 fue el año de la electrificación pero también lo fue el de las marcas chinas de coches y, sobre todo eléctricos, donde ejemplos como Lynk & Co nos han ganado de todas todas.

Por sus diseños, por sus tecnologías e, incluso, por la calidad de sus acabados, el «Made in China» de la automoción puede poner en serios problemas la hegemonía tanto de las firmas europeas en su propio mercado pero más aún la de otros constructores asiáticos procedentes de Corea del Sur o de Japón ante propuestas tan deliciosas como la que desde el interior del Lynk & Co Zero se nos hace.

Vaya por delante que este vehículo es un prototipo, cierto es. Que actualmente está en plena fase de desarrollo, así es. Pero que, según lo que hemos podido conocer, el modelo que llegue a producción a fuer de tope de gama, podría replicar las imágenes que hoy traemos del prototipo Lynk & Co Zero.

Rompiendo prejuicios

No vamos a hacer una evaluación económica ni geopolítica ni de mercadotecnia sobre China, en otros orden de cosas porque no somos especialistas en ninguno de eso, pero no cabe duda de que el citado anteriormente sambenito sobre la producción de un bien realizada en este país venía asociada a dos cualidades: precio bajo y calidad correlativa, esto es, cuanto menos, reprochable o decepcionante o

De forma sibilina, la transformación tecnológica del país ha supuesto el lanzamiento, hasta astronómico, literalmente, de China. De hecho, ya es el mundo quien se fija en este país, y no al revés, cuando se trata de buscar una guía o una «inspiración». Y algo que han demostrado los chinos es ser capaces de estudiar mucho, copiar bien e implementar el resultado de sus propias producciones hasta superar a las bases inspiratorias.

Algo así podríamos decir respecto de lo que el Lynk & Co Zero nos transmite en la lejanía desde su desvelo.

La cabina del Lynk & Co Zero

A tenor de entender que Lynk & Co quedaría como el estandarte propio del grupo Geely, consorcio chino en el que se integran marcas de fuerte calado, por su trascendencia, europeo como son Volvo o Lotus, dentro de la nueva era de la industria en cuanto a los coches de la nueva era, no cabe duda de que la firma, hace poco menos que de un lustro, ignota entonces, ha sabido aplicar el buen gusto de los suecos con la impronta deportiva de los británicos, haciendo sombra, incluso, con la reformulada y, en origen, dependiente de Volvo, Polestar, la firma de lujo del conglomerado empresarial.

El Lynk & Co Zero, como concept car o, al menos, vehículo de preproducción, se muestra, sencillamente, sublime.

El resultado mostrado es una demostración de que, a veces, las tiranteces siempre complicadas de equilibrar entre el lujo, diseño y la distinción, aplicadas a la habitabilidad, confort y funcionalidad, confluyen en el interior de un turismo del que dan ganas de no salir.

Sin disponer de la información necesaria a cerca de los materiales o de las bondades tecnológicas presentes, el uso de componentes que, al menos a primera vista, parecen de alta calidad o última generación, exporta una sensación empoderada, propia de vehículos de alta gama e importante desembolse económico.

La delicadeza con la que parece haberse escudriñado de manera concienzuda y sin dejar nada al azar para con cada elemento o, incluso, de cada pieza o centímetro de elementos como los paneles, la botonera, el puente entre los asientos o los mismos asientos, así como el conjunto tecnológico presente en, tras y junto el volante, con las pantallas digitales como ventanas de apertura y conexión al repositorio tecnológico del propio coche y, entendemos, conectados a internet o al internet de las cosas,

Una cabina que parece pedir a gritos ser acariciada por el tacto, embaulada pausadamente por la vista, inspirada deliciosamente por el olfato… en resumen, disfrutada por todas y cada una de nuestras terminaciones nerviosas, habida cuenta de la emotividad que, conforme a los test en circuito que se han desarrollado, demostrará también en y durante su conducción.

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