La Unión Europea fija un máximo de 95 g de CO2 por km para 2021

Miguel Lorente     9 abril 2019     4 min.
La Unión Europea fija un máximo de 95 g de CO2 por km para 2021

El plazo es corto y la exigencia contundente: no más de 95 gramos de CO2 emitidos por cada kilómetro recorrido para 2021

El cerco a las emisiones contaminantes es cada vez más restrictivo. La industria se adapta a las exigencias medioambientales y, para la Unión Europea, el Parlamento ha dictaminado que la tasa máxima de emisiones de CO2 de cada coche nuevo fabricado no deberá superar los 95 gramos desde 2021.

A la espera de los datos de 2018, en 2017 se estableció que los coches nuevos emitían de media 118,5 gramos de CO2 por km circulado. Un par de décimas más que en 2016. Y, por primera vez desde 2007, año en el que la media estaba en 158,7 gramos; las emisiones de dióxido de carbono crecían respecto del año anterior.

En parte, este aumento, vino motivado por el auge de las ventas de SUV: vehículos con aerodinámica poco eficiente, masas elevadas, ruedas de grandes dimensiones, en general, motivos por los que el consumo de carburante es más elevado que en automóviles de prestaciones equivalentes.

El incremento del promedio de CO2 emitido también tiene su origen en la caída libre en la venta de coches diésel en favor de los coches de gasolina e híbridos. Los vehículos con motor de gasóleo emiten, de media, un 15 por ciento menos de dióxido de carbono.

 

Filtro de partículas

En los últimos lustros, la industria en general ha trabajado por reducir la incidencia de los gases tóxicos, por ejemplo, gracias al uso de catalizadores como el AdBlue, nuevos carburantes como el BlueDiesel o a la introducción de filtros de partículas.

Las políticas nacionales en detrimento de este carburante y las campañas de marketing en favor de los coches de gasolina o de los motores híbridos, dejan a este carburante contra las cuerdas a pesar de que aún haya motivos para comprar un coche diésel.

Coches híbridos, tanto autorrecargables como enchufables, donde los SUV con etiqueta ECO o CERO están en el ojo del huracán. Debido a que, gracias a su autonomía en modo eléctrico, logran su homologación como coche con tasas de emisión de gases contaminantes premiadas como sostenibles o ecológicas, la realidad demuestra que, cuando la energía eléctrica se consume y entra en acción el motor térmico, las cotas de uso de carburantes fósiles, disparan la media de estos grandes vehículos.

El objetivo de la Unión Europea

Desde el Parlamento comunitario, a través de la comisión de Acción por el Clima, encabezado por el político español Miguel Arias Cañete, ha promovido un recorte de CO2 para 2021 de 95 gramos, pero se insta a que, para 2030, esta cantidad se reduzca hasta los 66.

Averías que no tienen los coches eléctricosEsto implicaría una reducción de hasta el 37,5 por ciento las tasas de emisiones contaminantes. En palabras de Arias Cañete «Supondrá un aire más limpio para los europeos». Por lo cual, desde el Parlamenteo Europeo, la rebaja de la cota máxima de dióxido de carbono persigue el aumento en la calidad de vida de la ciudadanía de la Unión Europea, una mejora en el aire respirado repercutirá directamente en la salud y en el bienestar del conjunto europeo.

Cómo repercute la reducción del CO2 emitido a la industria

Por otro lado, los fabricantes se enfrentan a un desafío desigual.

Los constructores más aventajados, pueden estar más tranquilos aunque no pueden relajarse, por otro lado, el grupo de fabricantes más rezagado en materia de reducción de tasas deberán recurrir a la electrificación masiva de sus coches.

La expansión de la hibridación ligera, o coches mild-hybrid, ha significado un balón de oxígeno para marcas que, hasta su implantación, deberían de cesar la producción de ciertos modelos o versiones por no cumplir con la normativa vigente.

Por otro lado, las multas a los constructores que superen los 95 gramos pueden llevar a ciertas marcas a enfrentarse a sanciones millonarias.

La penalización de 95 euros por cada gramo superado y multiplicado por toda la producción, puede conllevar fuertes sanciones u obligar a firmar alianzas entre fabricantes, como la que hemos conocido entre FCA (Fiat Chrysler Automobile) con Tesla por la que el consorcio italo-americano «comprará» las tasas de la firma de coches eléctricos que compensen el exceso de generación de residuos gaseosos gracias a un acuerdo por el que los Tesla contabilicen en Europa dentro de las ventas del grupo FCA.

 

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