La vuelta al mundo en un Bristol de 1956

Fernando Alvarez     26 diciembre 2011     2 min.
La vuelta al mundo en un Bristol de 1956

Geoffery Herdman y Hilary Herdman son una pareja de británicos que han culminado un viaje alrededor del mundo (casi 53.000 kilómetros), en un Bristol de 1956.

Los viajes intercontinentales siguen siendo un imán que atrae a conductores de diferentes épocas, desde el primer evento que comenzó como un viaje y que terminó en una carrera abierta (de Pekin a París en 1907) o incluso aún más atrás en el tiempo, con el primer viaje en un vehículo a motor: los 106 kilómetros que van de Mannheim a Pforzheim, en Alemania, en un vehículo experimental de Karl Benz.

La ilusión de dar la vuelta al mundo en coche todavía es algo permanece pero, que al mismo tiempo, es algo muy difícil de llevar a cabo incluso con la tecnología y la calidad de la mayoría de las carreteras de hoy en día. Pero además es algo más emotivo que lanzarse con el coche a los caminos sin ton ni son: un viaje de unos pocos kilómetros o de miles de kilómetros por lugares desconocidos, es toda una aventura en la cual hasta lo más increíble puede ocurrir.

Este viaje no es el primero ni será el último. Lo curioso es que el vehículo usado, un Bristol de 1956, no sería el más apropiado para un viaje de este calibre y creo que se situaría en un lejano último lugar de la hipotética lista de coches que uno escogería para algo así. Aunque tuvo muy pocas fallas a lo largo del camino (125 dólares en reparaciones), por el tipo de coche es evidente que la pareja que se lanzó a la aventura eran británicos: Geoffery Herdman y su esposa Hilary.

El viaje ha comenzado por la costa este de EEUU, ha pasado por Canadá, ha bajado nuevamente por EEUU (costa oeste), se ha metido en Sud América y luego Australia. Desde allí se embarcaron hacia Turquía en donde continuaron, ya por el camino de regreso, hacia Gran Bretaña; 52.800 kilómetros en total. ¿Tiempo del viaje? Unos 16 meses.

De manera que si piensas organizar un viaje de este tipo hay que tener en cuenta que la preparación para un viaje de este tipo tiene que planearse con meses o incluso años de antelación. Claro que hasta lo que se planea puede salir mal, pero precisamente ése era el sentido que tenían los viajes originales, hechos cuando no había ni siquiera caminos: enfrentar lo desconocido empuñando un volante.

Vía | Torque News

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