La DGT se embolsa más de 90 millones de euros al año con la ITV… y Hacienda se lleva otros 133 millones en IVA
Pasar la ITV no es solo una obligación para circular: es también un auténtico negocio para el Estado.
Pasar la ITV nunca fue barato. Cada conductor sabe que la cita en la estación de inspección técnica de vehículos es sinónimo de gasto, espera y, muchas veces, sorpresa desagradable. Lo que no todos saben es que la ITV es también una gigantesca máquina de recaudar dinero para el Estado.
No hablamos solo del precio del servicio en sí, sino de dos conceptos que pocos miran con detalle: la tasa fija que cobra la Dirección General de Tráfico (DGT) y el IVA que se aplica al servicio. Entre ambos, el Estado se embolsa más de 220 millones de euros cada año.
La tasa de la DGT: un cobro fijo que multiplica millones
Cada inspección lleva asociada una tasa obligatoria de 4,18 euros, destinada íntegramente a la DGT. Puede parecer una cantidad simbólica, pero cuando la multiplicamos por los 21,8 millones de inspecciones realizadas en 2022 (datos de AECA-ITV), el resultado es demoledor:
91,2 millones de euros que entran directamente en las arcas de Tráfico.
Este cobro no distingue entre ricos y pobres. Da igual si conduces un utilitario viejo de 1.000 euros o un vehículo de alta gama de 100.000: el pago es idéntico. Una tasa plana que se convierte en un ingreso masivo garantizado.
El IVA: la mordida silenciosa que casi nadie menciona
El precio medio de la ITV para turismos de gasolina en España ronda los 39 euros (47 € en diésel, según FACUA). Esta cifra incluye ya el IVA y la tasa de la DGT, pero si desglosamos los conceptos descubrimos la dimensión del negocio fiscal.
El precio base, sin IVA ni tasa, se sitúa en unos 29 euros. Sobre esa cantidad se aplica un 21 % de IVA, lo que equivale a 6,1 euros por inspección.
¿Y qué ocurre cuando lo multiplicamos por los 21,8 millones de inspecciones realizadas? El resultado es contundente:
133 millones de euros que van directos a Hacienda.
Más de 220 millones de euros recaudados cada año
Sumando las dos partidas —los 91 millones de la tasa DGT y los 133 millones del IVA—, el Estado se embolsa anualmente alrededor de 224 millones de euros gracias a la ITV.
Un negocio seguro, blindado por ley, y del que nadie puede escapar. Porque pasar la ITV es obligatorio: quien no lo hace se arriesga a multas de hasta 500 euros, a la inmovilización del vehículo e incluso a la imposibilidad de circular legalmente.
En otras palabras: un peaje estatal del que ningún conductor puede librarse.
¿Seguridad vial o impuesto encubierto?
La versión oficial es clara: la ITV existe para garantizar la seguridad en las carreteras, reducir accidentes y controlar las emisiones contaminantes. Nadie discute que revisar frenos, luces o gases sea importante.
Pero cuando observamos las cifras, surge una duda incómoda: ¿es la ITV una inspección técnica o un impuesto encubierto?
- La DGT cobra una tasa idéntica para todos los conductores, sin relación con el coste real del servicio.
- Hacienda se queda con un IVA que castiga a los ciudadanos por cumplir con una obligación legal.
- El Estado recauda más de 220 millones de euros anuales sin mover un dedo, simplemente aprovechando que el trámite es forzoso.
El resultado es evidente: la ITV no solo controla tu coche, también controla tu bolsillo.
Diferencias escandalosas entre comunidades autónomas
Como si fuera poco, el precio de la ITV varía enormemente en función de dónde vivas. En algunas comunidades, pasar la inspección cuesta poco más de 30 euros, mientras que en otras puede superar los 55.
Por ejemplo, un turismo de gasolina puede pagar 34 € en Andalucía y más de 50 € en Cataluña o Madrid. En diésel, la diferencia es aún mayor. Y todo ello, siempre, con la tasa DGT y el IVA añadidos.
Esa disparidad hace que la ITV sea, además de obligatoria, un trámite injusto y desigual, donde los conductores no solo financian al Estado, sino que también dependen del capricho tarifario de su comunidad. Y no estamos diciendo que desaparezca la ITV, ya que aporta seguridad en las carreteras, sino que el afán recaudatorio (de ahí una tasa DGT y un IVA al 21%) sigue siendo presente con un doble impuesto.
Un peaje silencioso del que nadie escapa
El gran secreto de la ITV es que es un ingreso seguro y constante para el Estado. No depende de la voluntad ciudadana, ni de la coyuntura económica, ni de la inflación. Todos los vehículos deben pasarla, sí o sí.
Esto convierte a la inspección técnica en una mina de oro fiscal. Los conductores creen que pagan por revisar la seguridad de su coche, pero en realidad están financiando un sistema que cada año inyecta más de 220 millones de euros a las arcas públicas.
Deja un comentario