Prueba Mercedes-AMG C 63 S E PERFORMANCE: Furia híbrida con ADN de Fórmula 1

Ramiro Mansanet    @RamiroMansanet    28 octubre 2025     7 min.
Prueba Mercedes-AMG C 63 S E PERFORMANCE: Furia híbrida con ADN de Fórmula 1

El nuevo Mercedes-AMG C 63 S E PERFORMANCE es una declaración de guerra. La prueba viviente de que la mecánica térmica todavía tiene futuro, incluso cuando los políticos y sus agendas parecen en contra. La hibridación es la clave con 680 caballos y 1.020 Nm de par, esta bestia híbrida pulveriza cualquier duda sobre si la electrificación puede ser apasionante. Lo es. Y mucho.

Este es el Clase C más potente jamás creado, un auténtico misil matriculado que une la brutalidad de un motor térmico de dos litros con la precisión de una unidad de potencia eléctrica desarrollada en la Fórmula 1. Corre tanto que casi parece peligroso. El resultado es un coche que pasa de 0 a 100 km/h en 3,4 segundos, acelera de forma salvaje y te recuerda, a cada golpe de pedal, por qué conducir sigue siendo una experiencia emocionante. Muchos pensaban que con la desaparición del legendario V8 biturbo se apagaba también la llama de AMG. Pero en Affalterbach saben de evolución más que nadie. El nuevo C 63 S E PERFORMANCE no vive del pasado, lo asume, lo interioriza y lo reinventa para marcar el rumbo al futuro eléctrico. Con un resultado impresionante.

El corazón de esta bestia es un cuatro cilindros de 2.0 litros que entrega 476 CV, el más potente del mundo en su categoría. Pero la verdadera revolución está en la unidad complementaria, un motor eléctrico de 204 CV colocado sobre el eje trasero bien asistido por una batería de 6,1 kWh refrigerada con sistemas tomados de la Fórmula 1. La suma de ambas mecánicas ofrece 680 CV que transforman cada aceleración en un viaje supersónico.

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La genialidad de este AMG reside en su turbocompresor eléctrico, heredado directamente de la F1, que elimina por completo el “lag”, o más o menos. Es como si el coche leyera tus pensamientos antes de que tu pie toque el pedal. No hay espera, no hay titubeo, solo potencia a chorro y una gozosa fusión entre la energía térmica y la eléctrica.

Un deportivo con dos almas

El C 63 S E PERFORMANCE es un coche con dos personalidades. En el modo Electric, se mueve con elegancia y máxima discreción. Pero basta un toque al selector del volante AMG Performance para liberar a la bestia. En Sport+ o Race, cada fibra del coche se tensa, cada parámetro cambia y de repente, el confortable Clase C se convierte en un pura sangre rabioso y travieso que invita a pecar arrasando en carreteras de curvas. La tracción total AMG Performance 4MATIC+ hace su magia repartiendo la potencia entre ambos ejes con precisión milimétrica. Y toda esta tecnología esta pensada por y para la seguridad… y por y para la diversión, porque el sistema te da permiso para usar a tope el modo Drift, que permite mandar toda la potencia al eje trasero y convertir cualquier curva en una nube de humo. Y sí, esa sonrisa que aparece bajo el casco no se borra fácilmente. La aceleración es brutal, pero más impresionante aún es cómo la entrega. No hay descontrol. Ni tirones. Solo un empuje continuo que parece no tener fin. A eso ayuda una electrónica que trabaja en milisegundos, ajustando el par y la tracción con una precisión que asusta. Es como tener a un equipo de ingenieros de Fórmula 1 dentro del coche, afinando cada reacción para que todo funcione como una orquesta perfectamente sincronizada.

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Ese es el coche. AMG es prestigio, prestaciones y siempre sinónimo de emoción, pero aquí va más allá. Es como si hubieran buscado una justificación adicional a su trabajo. En el sistema híbrido E PERFORMANCE la batería está diseñada para ofrecer picos de energía instantáneos y no tanto para largas autonomías. Es una filosofía ultra deportiva porque la electricidad no es solo para bajar emisiones, conseguir etiquetas o ser más ecológico, esta para empujar hasta el más allá. El sistema de recuperación de energía tiene cuatro niveles, desde una retención mínima hasta un modo “one pedal” que permite conducir sin tocar el freno. Pero incluso en modo eléctrico, el coche no renuncia a su carácter y emite un sonido AMG sintético por los altavoces y la carrocería… no es lo que más nos gusta pero solo suena diferente.

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En curva con la precisión de un bisturí

El chasis es una obra de arte de la ingeniería. La dirección activa en el eje trasero le otorga una agilidad que no parece compatible con sus dos toneladas. En curva lentas gira como un compacto y en rápidas se siente un aplomo y casi parece que tuviera la aerodinámica de un prototipo de Le Mans porque parece pegarse al suelo. Los amortiguadores adaptativos, la suspensión ajustable y los frenos de alto rendimiento AMG completan un conjunto que reacciona con una fidelidad extraordinaria. Llevado al límite, el coche transmite una sensación de control total. En el paso por curva, entra con un ligero movimiento de morro y sale catapultado gracias a la tracción total y al par eléctrico que es instantáneo. No hay sustos, solo adrenalina bien dosificada, térmica y eléctrica. Si activas el modo Drift para ir a trabajar por la mañana, la nobleza con la que desliza es de manual, pero llegarás a la oficina alto de pulsaciones. Es difícil explicar cómo un coche tan tecnológico consigue mantener ese “feeling” mecánico, así que no lo voy a intentar. La sensación es algo así como que el AMG C 63 no te invita a conducir siempre a su manera. Sentarse al volante del C 63 S E PERFORMANCE es como entrar en el habitáculo de un avión de combate.

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El volante AMG Performance, con sus mandos integrados, te absorbe y hay botones que son como la tentación permanente. Desde allí puedes controlar ocho modos de conducción, el sonido o la gestión de energía y hasta la respuesta del chasis. Los asientos AMG Performance con costuras rojas y sistemas de ventilación sujetan el cuerpo con la precisión de un baquet de carreras, pero sin renunciar al confort. Todo el interior está impregnado de ese aroma a circuito ya sea por el aluminio, la fibra de carbono y las pantallas y sus colores y formato de información con datos que van desde la temperatura de la batería hasta la presión del turbo. El cuadro es un auténtico panel de telemetría y puedes registrar tus tiempos por vuelta o modificar el set up del coche. Me quedo sin palabras, y eso no es fácil.

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Entre dos mundos

Lo más emocionante de este C 63 S E PERFORMANCE no es solo su potencia, sino su capacidad para controlarla con inteligencia. Se presume esa inteligencia que sin duda debe estar en lado del conductor, pero también, a su modo, en el coche. Puede ser un gran turismo civilizado o un coche de circuito salvaje. Puede pasear en silencio por la ciudad o reventar el asfalto del Nürburgring. Es el puente entre dos eras, la de los motores con alma y la de la energía limpia, las agendas y la movilidad eléctrica. En una época donde los coches parecen diseñados y pensados para no molestar, este AMG es distinto. Aún se puede oler la gasolina, aunque haya un cable para enchufarlo en el maletero. Seguimos pensando que el progreso acabará con la emoción. Que la “Agenda 2030” y las normativas de emisiones convertirán la conducción en una actividad sin alma. Es un futuro tenebroso que quizás llegue cuando las generaciones venideras no hayan experimentado la conducción de auténticos coches. Pero por el momento llegan coches como este C 63 S E PERFORMANCE y nos devuelve la fe. Sí, es híbrido, tiene enchufe, pero es AMG, que incluso en tiempos eléctricos apuesta por la conducción emocional. Captura De Pantalla 2025 10 28 103248

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