Prueba Audi Q7 3.0 TDI quattro ultra, escaparate tecnológico

Daniel Valdivielso    @valdi92    6 junio 2017     14 min.
Prueba Audi Q7 3.0 TDI quattro ultra, escaparate tecnológico

El Audi Q7 se ha renovado por completo, y ahora pasa por la sección de pruebas de Highmotor en su versión 3.0 TDI ultra quattro con 218 CV.

La familia Q de Audi es cada vez más extensa. Su máximo exponente es hasta el momento el Audi Q7 cuya segunda generación se lanzó al mercado hace un par de años.

Ahora pasa por nuestra sección de pruebas con su motorización más pequeña, un 3.0 TDI con el apellido Ultra y 218 caballos, con tracción integral quattro.

La historia del Q7 se remonta al año 2005, cuando la primera generación vio la luz en el Salón de Frankfurt, dando pie al inicio de la andadura de la familia Q. El Q7 siempre ha materializado las características más tecnológicas y avanzadas del fabricante de los cuatro aros, espíritu que se ha mantenido inalterado en esta segunda generación, lanzada al mercado en 2015.

Diseño exterior, marcando el paso

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La nueva carrocería del Q7 trajo consigo un lenguaje de diseño más marcado, que posteriormente se ha extendido a las nuevas creaciones de la firma de los cuatro aros. El Q7 mantiene la esencia SUV que lo ha caracterizado desde sus inicios, pero ahora su imagen es más marcada, más agresiva.

Si por algo destaca la nueva imagen del Q7 es por su frontal, con una presencia muy fuerte gracias a la parrilla Singleframe marca de la casa, que en esta segunda generación del modelo alemán está construida de forma tridimensional. De ella surgen, en los laterales, los faros delanteros, con una singular firma lumínica LED.

En la parte inferior del frontal encontramos algunas molduras decorativas que, dependiendo del equipamiento, acogen en su interior los emisores-receptores de radar para algunas funciones de confort y seguridad del vehículo. Todo está rematado con gusto, ajustado con una gran precisión.

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El lateral es posiblemente la parte que menos ha cambiado respecto a la primera generación. Y es que el Q7 mantiene su propósito de ofrecer una gran carrocería con mucho espacio en su interior, para lo que se requieren unas líneas bastante concretas. Es por ello que la superficie acristalada mantiene una forma muy similar a la de la anterior generación, aunque los pasos de rueda están más marcados y en la parte inferior se ha instalado una moldura decorativa en contraste que mejora las cualidades dinámicas del conjunto en términos visuales.

Se mantienen también, por ejemplo, tanto el marco cromado de las ventanillas como las barras longitudinales del techo, así como la línea de tensión que nace en la aleta delantera y termina en el piloto trasero, recorriendo todo el lateral marcando claramente la cintura del vehículo. Los retrovisores han desplazado su posición, pasando a situarse en la puerta en lugar de en la ventanilla, dejando su lugar a una pequeña luna en la puerta.

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Sigue siendo fácilmente identificable como un Audi
En la parte trasera se mantienen algunos detalles típicos de la construcción de la familia Q, como el portón con los pilotos integrados y, consecuentemente, la presencia de una tira de iluminación adicional en el paragolpes. El diseño es, en líneas generales, bastante similar que el de su antecesor, aunque todos los trazos se han afilado, como en el resto del coche.

Los pilotos traseros cuentan ahora con iluminación diurna, con una forma similar a la de la parte delantera, igualmente fabricada con tecnología LED. Las salidas de escape -reales- son ahora rectangulares en lugar de redondeadas, encajando mucho mejor con el lenguaje de diseño de un conjunto que mide 5.05 metros de largo y 1.98 metros de ancho, con una altura variable dependiendo del ajuste de la suspensión neumática en caso de equiparla.

Diseño interior, calidad por los cuatro costados

En el interior la ruptura es total respecto al habitáculo de su antecesor. El Q7 fue, junto con la nueva generación del TT, el encargado de iniciar una nueva etapa de diseño dentro de la marca de los cuatro aros, con las líneas rectas y el minimalismo como máximos protagonistas.

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Y es que el anterior diseño del salpicadero del Q7, con una gran cúpula que recorría toda la parte superior y recogía los elementos a disposición del conductor, ha dado paso a un salpicadero mucho más plano, de líneas rectas y simples que, no obstante, retienen un gran atractivo gracias, sobre todo, a la combinación de diferentes materiales utilizados en su construcción.

El habitáculo de nuestro Q7 es todo un despliegue del saber hacer de Audi a la hora de construir interiores, una tarea en la que, hoy por hoy, está por encima de cualquier rival a excepción de Porsche y Bentley. Cada material está escogido con tiento, cada botón o interruptor tiene un tacto medido, extremadamente preciso. Es, en verdad, una auténtica delicia pasar tiempo dentro.

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A día de hoy, los habitáculos de Audi no tienen rival entre su competencia
La instrumentación es, junto con la pantalla del equipo de entretenimiento –escamoteable, como tiene que ser, nada de fija o encastrada como en la mayoría de sus rivales-, los únicos elementos que sobresalen del salpicadero. Miento, los tweeters del equipo de sonido opcional Bang&Olufssen también aparecen al arrancar el vehículo en un movimiento cuasi-sensual.

Una gran rejilla de aireación recorre buena parte del salpicadero, dando paso a una moldura en madera en la que encontramos instalados los mandos de control de climatizador, exquisitamente construidos. Todos los botones están instalados de forma lógica, de forma que no encontraremos ningún botón o interruptor «desperdigado» o en una localización oculta.

La consola central, muy ancha, recoge también un buen número de botones, así como el mando de la palanca de cambios, el MMI con touchpad y la ruleta del control de volumen. Contamos también con dos huecos para bebidas y un pequeño recipiente para llaves o monedas. Al final, un reposabrazos partido y regulable de forma independiente para conductor y pasajero.

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El puesto de mando es agradable y futurista. El volante, achatado en su parte inferior -opcional- cuenta con un aro grueso, forrado en cuero y cuero perforado, así como botones en sus brazos y pequeñas levas en su parte posterior. El cuadro de instrumentos es el ya conocido Audi Digital Cockpit, una gran pantalla de 12.3″ de alta resolución capaz de ofrecer todo tipo de información al conductor de forma muy visual y atractiva.

Además, nuestra unidad equipaba un sistema de proyección de información en el parabrisas Head-Up Display capaz de mostrar ciertos datos de forma rápida y clara, minimizando el cansancio del conductor en su necesidad de fijar la mirada en dos puntos diferentes -instrumentación y carretera- a la hora de conducir.

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El espacio a bordo del Q7 sigue siendo uno de sus principales baluartes. En las plazas delanteras contamos, además de con toneladas de hueco tanto en anchura como en altura, con unos asientos deportivos con regulación eléctrica y extensión de banqueta. En la segunda fila se ofrecen tres asientos individuales con regulación independiente tanto longitudinal como de inclinación del respaldo. Se ofrece además un climatizador de cuatro zonas con control independiente en las plazas traseras.

La tercera fila de asientos, opcional, ofrece dos plazas adicionales. Su utilización es extremadamente sencilla, ya que se pliegan y despliegan de forma eléctrica. El acceso se realiza a través de la segunda fila, que cuenta con un mecanismo para plegar y desplazar los asientos de los extremos con el fin de mejorar la acomodación en la tercera fila.

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El maletero cubica, en el peor de los casos, 295 litros cuando todos los asientos están desplegados. Si ocultamos la tercera fila, la capacidad del maletero alcanza los 770 litros, y si plegamos también la segunda fila de asientos, el Q7 se convierte en un auténtico trastero con más de 2000 litros de capacidad. El borde de carga está ahora más bajo, y contamos, siempre que dispongamos de suspensión neumática, de un sistema que reduce la altura del eje trasero para facilitar las maniobras de carga y descarga. El portón cuenta, de serie, con accionamiento eléctrico.

Dinámica, la electrónica al servicio del conductor

La segunda generación del Audi Q7 se construye sobre una plataforma modular de nueva factura denominada MLB Evo, profunda evolución de la MLB que el Grupo Volkswagen ha empleado desde el año 2007. La nueva MLB Evo es la misma plataforma que utiliza, por ejemplo, el Audi A4 o el Bentley Bentayga.

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La mayor diferencia respecto al anterior Q7 la encontramos en el peso. Y es que el gigante germano se ha sometido a una profunda cura de adelgazamiento que ha resultado en una reducción de más de 300 kg de peso respecto al mismo modelo de la anterior generación, un descenso de peso que redunda en una mejor dinámica y en un consumo más ajustado.

Nuestro Q7 monta el propulsor más humilde de cuantos están disponibles dentro de la gama del gigantesco SUV alemán. Hablamos de un motor 3.0 TDI V6 con 218 CV y 500 NM, un motor que además lleva aparejado el apellido «Ultra», dando buena cuenta de su optimización en términos de consumo y emisiones.

Asociado a esta unidad propulsora encontramos una transmisión automática de 8 velocidades Tiptronic con convertidor de par, una transmisión extremadamente suave y bien ajustada, cuyo principal valor es que precisamente pasa completamente desapercibida en una conducción normal. Esta transmisión manda la potencia a las ruedas a través de un sistema de tracción integral permanente con control vectorial, siendo capaz de modificar su reparto en un rango que abarca desde 70:30 a 15:85.

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Con este propulsor el Q7 firma una aceleración de 0 a 100 km/h en 7.3 segundos, alcanzando una velocidad punta de 216 km/h. Homologa un consumo medio de 5.8 litros/100 km, que pasan a ser 6.3 litros/100 km en ciclo urbano y 5.4 litros/100 km en ciclo extraurbano, todo ello con unas emisiones de 150 gr/CO2, superando la homologación Euro 6 gracias a la presencia de un sistema de inyección Adblue.

En la vida real este motor, que a priori con «sólo» 220 CV puede parecer algo escaso, se comporta de forma excelente en cualquier situación. Es capaz de mover con agilidad todo el conjunto, sin notar falta de fuerza en ningún momento respaldado, como ya hemos comentado antes, por la magnifica transmisión Tiptronic. En cuanto a los consumos, las cifras de homologación se alejan bastante de la realidad, aunque en 2.500 km de prueba el ordenador de abordo nos ha arrojado una cifra de 8.5 litros/100 km, la cual nos parece bastante buena pese a no parecerse a la de «los papeles».

El Q7 se mueve con una gran facilidad en prácticamente cualquier situación. La comodidad está fuera de toda duda, brillando sobre todo en largos viajes por autopista, momento en el que el Q7 saca a relucir todo su potencial, ofreciendo una calidad de filtrado e insonorización extremadamente buena.

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En ciudad se puede llegar a sentir demasiado voluminoso en determinadas situaciones, pero es algo lógico si tenemos en cuenta el tipo de coche que es. En carreteras viradas se nota mucho el aligeramiento antes mencionado, pero no podemos olvidarnos del tipo de coche que tenemos entre manos, con más de 2.000 kg que generan unas inercias que debemos controlar.

Tecnología, la absoluta referencia

El despliegue tecnológico del Q7 es absolutamente abrumador. Vaya por delante que buena parte de los sistemas que se mencionan en este análisis forman parte de la descomunal lista de equipamiento opcional. Afortunadamente, nuestra unidad montaba prácticamente todo, lo que nos permitió probar en primera persona su funcionamiento.

Comenzando por la parte ciclo, este Q7 equipaba la mencionada suspensión neumática adaptativa, con 5 ajustes de altura diferentes. Están asociados al sistema Audi Drive Select de modos de conducción, por lo que además de la altura, también se modifica su dureza y filtrado. El sistema de frenado está compuesto por discos autoventilados en las cuatro ruedas, con pinzas fijas de 6 pistones en el eje delantero.

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Además del sistema de suspensión, el Q7 puede montar un sistema de dirección integral, con el que las ruedas traseras pueden girar un máximo de 5º en cualquier sentido, mejorando la maniobrabilidad a baja velocidad y la estabilidad cuando circulamos a velocidades más altas.

No faltan, por supuesto, todo tipo de asistentes a la conducción. Y es que el Q7 está ya a sólo un paso de la conducción autónoma, hasta el punto de que la combinación del asistente de carril Lane Assist con el control de crucero adaptativo junto con los asistentes de ángulo muerto y retenciones (Traffic Jam Assist) dan como resultado una conducción absolutamente fácil y controlada.

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La cantidad de tecnología disponible es simplemente abrumadora
No podemos dejar pasar tampoco otro de los mejores sistemas del vehículo, la iluminación Matrix LED, que da como resultado la máxima visibilidad en cualquier situación. Gracias a la gestión individualizada de los diversos módulos de luz de cada faro, el Q7 es capaz de activar la luz larga en casi cualquier situación sin que los demás conductores se deslumbren.

En términos de confort y entretenimiento, el Q7 se coloca de nuevo como una de las referencias del segmento. Si antes hablábamos del buen hacer de Audi a la hora de construir interiores, tenemos que reafirmarnos cuando tratamos el tema de la iluminación ambiental, un elemento cada vez más presente en los vehículos nuevos, y que en el Q7 es irremediablemente atrayente. Prácticamente todos los contornos del habitáculo están iluminados ya sea de forma directa o indirecta mediante listones LED en los que podemos configurar a nuestro gusto tanto la tonalidad como la intensidad.

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Por supuesto, el equipo de sonido opcional firmado por Bang&Olufsen merece un comentario aparte. Compuesto por 23 altavoces que ofrecen una potencia conjunta de 1.900 W, el habitáculo del Q7 se convierte en una auténtica sala de conciertos. El sonido es absolutamente increíble. Es imposible, reproduciendo una canción con calidad, llegar a la distorsión. Dejarás de oír porque tus oídos sufren, pero la música sigue sonando con la máxima calidad posible.

Gama y versiones, ¿cuánto cuesta la unidad que ves?

Entramos en un terreno pantanoso. Empecemos por partes, la gama del Q7 arranca, a día de hoy, en los 63.690€ correspondientes al Q7 3.0 TDI ultra quattro 218 CV, que posteriormente suben hasta los 69.950€ en el caso de escoger las líneas de acabado Design o Sport. Si preferimos la línea Black Edition, tendremos que desembolsar un mínimo de 74.420€.
Los precios del motor 3.0 TDI 272 CV arrancan en los 67.690€ y los de la variante híbrida enchufable e-tron quattro en 84.620€. Como punta de lanza de la gama, el SQ7 TDI, con un precio que arranca en los 114.445€.

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Nuestra unidad tiene un precio de salida de 69.950€, pero su precio final es sensiblemente superior, ya que la lista de equipamiento opcional que monta es prácticamente interminable. Entre los elementos más destacados encontramos los faros Matrix LED, el cierre servoasistido de las puertas, las llantas de 21 pulgadas, el equipo de sonido Bang&Olufsen, el paquete de cuero completo con alcántara para techo y pilares, el techo panorámico, la tercera fila de asientos, el Audi Digital Cockpit, los cristales dobles delante o el sistema de navegación MMI Plus.

El resultado es que los casi 70.000€ de inicio superan ampliamente los 100.000€ de tarifa, rondando, de hecho, los 120.000€ finales. 20 millones de las antiguas pesetas por uno de los SUV más tecnológicos y avanzados del momento. Ahora es cuestión de cada uno dilucidar si esta cantidad es desmesurada o, por el contrario, se está dispuesto a pagarla.


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